El juego comienza...

Estaba solo en el salon de los tronos, me habia llegado informa cion a cerca de que la guardia rumana se estaba rearmando y eso me parecia increiblemente divertido.

Segun mis informantes, la guardia estaba casi completa, asi que tendriamos que empezar a corroborar si presentaban un peligro o no para nosotros, pero no podia ir solo, por que no tenia conocimiento de las habilidades de los rumanos, que ahora regresaban a su nombre original... Vasiliu.

Idee un plan y me prepare para comunicarselo a la guardia, para ir alla, teniamos que aprenderlo de memoria, no debia haber errores...
-Mis niños, hermanos, vengan aqui, tengo algo para comunicarles -dije gritando, sabia que todos me escucharian y llegarian.

Aun no llegaba nadie, asi que empezaba a molestarme, un minuto habia pasado y aun no llegaba ni un guardia, tendrias sus castigos, pero no ahora. Mis sentidos pudieron escuchar unos pasos rapidos y suaves, los conocia, llevaba siglos escuchandolosy podia reconocerlos donde fuera, luego el efluvio, no habia duda, mi esposa se acercaba, mantuve mi postura, solo curvando ligeramente la comisura de mis labios, mirandola a la puerta sin mover mi cuerpo ni un milimetro.

-Pasa, amor -dije susurrando para que se acercara a mi -Tu eres la primera que espero y la primera que me pude ayudar -rei y di golpecitos en el baquito contiguo a mi trono, para que se sentara conmigo

Reí irónicamente ante el pensamiento que surcaba mi mente, "odio el tener que revisar a los neófitos, el darles la miseria de comida con la que deberían de sobrevivir" pero a todo esto, ¿Qué no odiaba? Los odiaba a ellos por querer un lugar que no se ganarían tan fácilmente conmigo, odiaba a los humanos por ser la muestra más clara de que el egoísmo reinaba en todos los reinos pero que sin base fundada, no tenían los medios para querer más de lo que nosotros teníamos, ni siquiera para derrumbar nuestro imperio. Como fuese ya no valía la pena seguir divagando, mejor apresurar el paso ante el llamado de Aro. Recogí mi cabello en una perfecta coleta, dejando todo mi rostro al descubierto.

- Disculpar la tardanza padres -
Pronuncie a la entrada de la puerta saludando a ambos con una reverencia. Al parecer todos tendrían que tener alguna buena justificación para su gran tardanza, y como siempre demostraba ser la primera de la guardia a pesar de todos los deberes que yo también tenía. Lo único que me preocupaba era el hecho de que Alec no estuviese presente y el no saber donde estaba en este momento.

Recién llegaba a Volterra. Había pasado varios días en Milán en lo que podría considerar como unas mini vacaciones, aunque en realidad hubiese ido a hacerle la visita a un neófito que había ofrecido información nueva sobre los planes de los rumanos. En realidad no había dicho gran cosa, tan sólo que se estaban reuniendo de nuevo, y que la guardia parecía ser más fuerte esta vez. Por lo visto los imbéciles de Vladimir y Stefan aún no les quedaba claro que serían derrotados cuantas veces fuera necesario. Siempre sería la misma historia una y otra vez.

Apenas hube entrado al castillo cuando la inepta de Gianna me indicó sobre la reunión extraordinaria a la cual había convocado el maestro Aro. Asentí sin mirarla y le indiqué que le pidiera a alguien más de los sirvientes llevará mis cosas a mi habitación. Sí señorita me dijo con ese irritante tono de voz que poseía. Caminé por los pasillos con andar elegante, seguro, justo como lo hacía siempre. Mis los tacones de mis zapatillas repicaban contra el fino mármol del castillo. Definitivamente el castillo a pesar del tiempo seguía siendo majestuoso por completo. Me dediqué a observar las obras de arte que adornaban las paredes de este hasta que finalmente llegué a la sala de juicios.

-Maestro...-hice una ligera reverencia ante él, para después dedicarle una sonrisa a la señora Sulpicia.-Mi señora-dije para después dirigir finalmente la mirada a Jane y saludarla con un asentimiento de cabeza para después ubicarme en mi lugar.-Jane...-le saludé para continuar esperando que el resto de la guardia hiciera acto de presencia finalmente y pudiéramos iniciar con la reunión.

Empezaba a escribir algo relevante que había pasado por mi cabeza cuando la voz del maestro retumbo por mis oídos. Me espante un poco esto era nuevo, y más nuevo el hecho de que nos reuniera a todos, momento… ¿Con todos a quienes e referían? Fui de inmediato a buscar a mis hijos por si también ellos eran requeridos en la reunión, pero nada. ¿Dónde estaban?

Esto me daba miedo, no era bueno, esperaba que estuvieran ya presentes con el Sr. Aro, apremie el paso para ir hacia donde era la reunión mirando que apenas estaban unos cuantos, pero no mis pequeños.
A la entrada hice una reverencia para Aro y su esposa, mis padres, ellos habían dicho. – Buenas tardes maestro, Sra., guardia. – anuncie normalmente mientras me situaba a un costado de Vivianne, creo que de los presentes era con la que más me sentía a gusto.

Me mantuve sin moverme despues de que llego mi esposa, sonriendo sus pensamientos -Me refiero a que tu eres la primera en la que pense para mi plan, tu ayudaras mucho, solo que esta vez, tu no te separas de mi -rei y le bese la frente, mostrandole la formacion ofenciva para la batalla y despues una sonrisa llena de maldad -Bunas tardes, mi niña, no es problema tu retraso -susurre mirandola con una mirada seria y reprendiendola un poco con esta, pero despues reaparecio mi sonrisa conforme mi guardia iba llegando -Buenas tardes, guarida -dije a todos y mantuve mi mirada en la puerta, habian llegado muchas, pero no todos, asi que mire a Vivianne -Quiero que traigas al resto de la guardia, ahora -ordene y mire a mis niñas y a mi esposa -Señoritas, creo que por el momento espezare con ustedes -rei con maldad haciendo un tiempo para que pudieran llegar mas

Aromas... rastros... los tenía grabados en mi mente a todos aquellos pertenecientes al castillo.
Pero este.. no. Sonreí mientras permanecía de pié sobre una de las columnas. Ese no era mi propósito.
Miré a un grupo de humanos a la distancia y torcí mis labios. Fin de la tranquilidad. Eran tan molestos cuando no estaban sirviendo de comida.
De un paso al costado, caí a los jardines suavemente. Dejaría el aroma para otro momento, además...nunca se me había dado la exploración solitaria.
Escuché la voz de mi maestro y comencé a correr hasta el lugar donde había provenido.
Me detuve en la puerta y con un suave movimiento acomodé mi cabello para luego girar la perilla. Era encantador el sonido que provocaban estas puertas. Traía recuerdos de los sucesos que aquí se llevaban a cabo. Era totalmente gratificante.
- Señor Aro, mi señora, Jane - dije en voz normal mientras hacía una reverencia a medida que decía sus nombres.
Era imperdonable mi demora.
Miré a la guardia y asentí a cada uno de ellos en forma cortés, mientras caminaba hasta colocarme en mi lugar.

Vivianne se habia ido y poco a poco los guardias llegaban, la demora era imperdonable, pero despues me encangaria de eso, tenia mucho que hacer con los guardias, se asomaba una gran guerra que presentia, por que cada momento de calma avecinaba solo una gran guerra que se aproximaba.

Mire a Renata, Corin y Felix arribar, ellos serian los que sufririan un castigo peor, solo por haber llegado tarde... pero en fin, ahor tenia mas en que pensar.

-Mis niños, esta ocacion los cto por que necesito conocer quienes son los mas preparados para las batallas, desde que nuestro valeroso clan nacio, nos hemos visto dotados por nuestro valor y coraje, lo ue nos ha dejado permanecer en la cumbre de nuestra especie -me levante de mi trono y los mire a todos, con ellos habia librado innumerables batallas y ellos habian demostrado ser la elite de los guerreros Volturi -Guardias, ire directo al grano... sabemos que ha habido mucha tranquilidad en el mundo de nuestra especie, y eso significa que pronto vendra una gran guerra, asi que quiero que patrullen a los clanes que nos puedan significar un problema -los mire esperando su reaccion y volviendo a mi trono al instante, al mirar su reaccion podria saber a donde enviaria a cada guardia

Al parecer la mayoria de la guardia ya estabamos reunidos, el trabajo realizado por Vivianne sin duda había sido mucho más efectivo que el que había realizado la que debio de haber convocado a todos.
Ahora solo restaba escuchar lo que nos dirian los lideres, por que tal parecia se avecinaba un nuevo cambio para todos, el problema era que esta espera no me era grata, quería saber las cosas buenas, malas y todo lo que incumbiese con mi familia.