Sin nada mejor que hacer [ libre ]

Hoy era un día perfecto en todos los sentidos. El sol lucía tímidamente entre las escasas nubes que hoy por hoy poblaban el cielo, cosa muy rara en La Push teniendo en cuenta que los rayos de sol casi nunca solían llegar a la superficie. Era un clima idóneo para salir a aprovecharlo, un día perfecto como ya dije. Perfecto en muchos aspectos, de no ser porque Rachel había tenido que salir de compras a Port Angeles... Bien. ¿Y ahora qué?

No ví más remedio que salir de casa pateando una pequeña piedra que encontré a mitad de camino mientras me dirigía a First Beach. Allí pensaba darme un buen baño o simplemente tumbarme a no hacer absolutamente nada. Para un día que hacía soleado y no podía disfrutarlo junto a mi imprimada... "Menuda mierda", pensé frustrado al llegar a la playa.

Resoplé cansado y me limité a tumbarme sobre la cálida arena que lucía dorada ante los reflejos del sol, cerré los ojos y coloqué las manos tras de la nuca, sin darle importancia a nada más.

Mi fino oído captaba todos y cada uno de los sonidos que me rodeaban, el murmullo de las olas... La brisa marina... Y por supuesto unas pisadas que se acercaban a mí. Supe enseguida que sería una chica, pues sus andares sonaban gráciles y delicados sobre la arena, y claramente mi oído no iba a fallarme. No me molesté en abrir los ojos, no me importaba lo más mínimo quién fuera, probablemente sería algún turista o alguien semejante.

De repente esa persona pareció colocarse enfrente mía, pues el sol dejó de darme de manera directa. Fue entonces cuando abrí los ojos y me incorporé bruscamente sobre la arena, molesto. ¿Quién demonios se atrevía a...?
Alcé las cejas sorprendido y me la quedé mirando, su timido saludo hubiera pasado desapercibido para cualquier humano, pero no para mí.
- Hola. - dije, aún mirándola. Si mal no recordaba había visto a ésta chica en los pensamientos de Jared, por lo que era obvio que seria su imprimada. Lo cierto era que no recordaba su nombre con certeza. - Eras Kim, ¿verdad? - pregunté, enarcando una ceja -

Calló a la arena ante mi súbita incorporación, quedando sentada sobre ella; quiso disimular su caída, haciendo que pareciera que había querido sentarse sobre la arena, pero era demasiado tarde como para tomarme el pelo. Rei por dentro, sonriendo de lado ante su desesperado intento de no hacer notorio su error.
Me encogí de hombros al oír lo que decía. Era cierto que la había visto en varias ocasiones en las reuniones que soliamos organizar alrededor de la fogata, pero desde que las manadas se separaron nada habia vuelto a ser lo mismo, para bien o para mal.
- No soy bueno a la hora de recordar los nombres. - expliqué sin más, sin darle mayor importancia -

Su mirada parecía esquiva y nerviosa, era la reacción típica de los humanos mas empaticos al estar cerca de un licántropo, aunque me esforcé en no obligarla a desviar la mirada de la mía. Medité la respuesta unos instantes. Jared no le había contado nada a su imprimada, en cambio Rachel ya estaba al tanto de todo.
- Sinceramente, pensé que tu sabrías donde estaba Jared. - dije. Si mal no me habían informado estaba de guardia junto con Embry, pero claramente no iba a decirle nada al respecto - Y los demás... Ya sabes, ultimamente estamos muy dispersos... La mayoria se encuentran paseando con sus parejas... - maldije por lo bajo -

Sus labios se curvaron en una mueca mezcla de tristeza y desilusión, parecía que había dicho alguna animalada, aunque para variar un poco, no había dicho nada inapropiado. Le miré fijamente unos instantes, pensando qué podría haber dicho yo para que acabara tan pensativa; al cabo de unos segundos desvié nuevamente la mirada, recordando que no debía incomodarla de esa manera.
Cuando habló casi preferí que no hubiera dicho nada. Hice un gesto quedado, frunciendo el ceño. Añoraba a Rachel, eso era indiscutible. Tanto para mí como para el resto de lobos imprimados de la manada el simple hecho de estar lejos de sus novias era como una tortura... La peor de las torturas. Y para mí no iba a ser menos.
- Ha tenido que salir a comprar unas cosas... - murmuré - El único día con buen clima en La Push y no puedo disfrutarlo con ella... Perfecto. Apuesto a que Jared está igual de frustrado que yo.

Oí lo que decía sin prestar demasiada atención, pues en estos instantes acababa de recordar el tremendo vacío que se me producía dentro del pecho cuando Rachel estaba lejos de mi. A veces la imprimación llegaba a ser un verdadero asco. Suspiré y volví a centrar mi atención en Kim, sobre todo en sus últimas palabras. ¿Deportes extremos? Tan sólo había un deporte que practicar en La Push, y no era apto para humanos cardíacos, tan solo para suicidas y licántropos.
Enarqué una ceja y la miré, esperando que algo dedujera que sus palabras no iban en serio, pero parecía ser que no.
- ¿Que qué me parece? Pues dos cosas... O quieres matarte o quieres que tu novio me mate. ¿Cuál de las dos se te pasa por la cabeza? - pregunté irónico. -

De por mí la instruía con total libertad, pero sabía que Jared querría arrancarme la cabeza en cuanto supiera que su "pedacito de cielo" había saltado desde los acantilados y yo no había hecho nada para impedirlo.

Kim rió por lo bajo con diversión, sinceramente, a mi no me hacía ni pizca de gracia lo que me proponía, pues me ponía en una disputa conmigo mismo. Tenía dos opciones: Ser un buen chico y negarme en rotundo por Jared, o ignorar a Jared e instruirla. Oí lo que decía e hice un gesto quedado, mirándola con ademán pensativo. Tras un rato acabé por suspirar.
- Debería negarme pero... Está bien. - dije sin más mientras me ponía en pie de un ágil salto y sacudía mis bermudas de arena - No esperes saltar desde lo alto del acantilado, como mucho confórmate con el nivel más bajo. - dije con seriedad. -

Como a Kim le pasara algo seguramente acabaría por pelear con Jared, y eso no era bueno, no era nada bueno... Bueno para los demás, pues a mi me daba igual pelear con Jacob, con Leah o con Jared.
Le hice un gesto a la chica con la mano y eché a caminar en dirección a los acantilados, concretamente a la parte más baja, donde de pequeño solía saltar a escondidas de mis padres.

Torcí el gesto ante su pregunta. No, probablemente no la subiría ni un nivel más para que acabara estrellándose precipitadamente contra las rocas. Negué con la cabeza mientras la miraba.
- Ǹo abuses, Kim. Bastante hago con enseñarte a ser una loca temeraria. - le espeté -
Le miré con diversión al oír sus pequeños grititos a causa de la temperatura de la arena, pero en ningún momento se produjo cambio alguno en mi rostro, tan inescrutable como siempre.
- Oh, vamos. Eres muy delicada. Tampoco está tan caliente. - repuse sonriendo de lado - Teniendo en cuenta que me paso la vida en la playa... Ya incluso me acostumbré a ésta temperatura. - me excusé con un simple encogimiento de hombros - Y a todo esto, ¿alguna vez le preguntaste a Jared si él mismo te enseñaba a saltar?

Le miré por el rabillo del ojo, lo justo para ver cómo negaba débilmente con la cabeza como respuesta a mi pregunta. Di por hecho que ella sabía que, con toda certeza, Jared se negaría en rotundo a instruirla en deportes extremos. Jared era tan sobreprotector como yo, en algo deberíamos coincidir.
Poco a poco nos íbamos acercando a los acantilados, tan enormes e imponentes como de costumbre; Kim preguntó, y yo medité la manera más fácil y rápida de subir al primer saliente, y por ende, el más próximo al mar y el más seguro para una simple humana. Miré las dos posibilidades posibles: A través del bosque, como toda la manada, e ir bajando poco a poco; o subiendo directamente por las rocas. Tras unas milésimas pensando, opté por la primera opción, ir por el bosque sería más seguro para ella que ir escalando las rocas.
- Iremos por el bosque. - dije tras cambiar el rumbo hacia el bosque con ella aún a mi lado - No te dará miedo andar entre la maleza, ¿verdad?