Y que los infelices salgan de su escondite para siempre [Aro Volturi]

por Invitado Sáb Ene 30, 2010 4:08 am

Una capa del más delicado y suave material protege sus esbeltos hombros y cubre de sombras el resto de su cuerpo. La noche ya está ahí, aunque el Sol aún no cierra los ojos, dejando escapar rayos de luz como bostezos dorados. Eso no le gusta nada, normalmente no se atrasa tanto, no entiende por qué en Italia no se doblega ante la noche con más facilidad, siendo nación de la realeza vampira, ¿acaso estaban los astros ciegos? ¿no sabían nada de la vida que bajo ellos continuaba su lento curso? ¿o era que se sentían superiores a las criaturas mundanas? ¡Ah, malditos astros, soberbios e ignorantes! ¡Maldito Sol que no deja a los ángeles de sangre vivir para siempre! ¡Algún día les harían bajar, algún día un eterno eclipse les cerrará los ojos para siempre!

Pero mientras el vampiro ha de doblegarse, no mira atrás, a la bella puesta de Sol que tiene lugar, él sigue su camino, hacia delante, hacia delante, hasta el precipicio del horizonte, hasta que el alba se lo trague otra vez y le obligue a ocultarse. Sabe que tiene toda la noche por delante, pero las noches siempre son cortas y él siempre quiere más, con su apetito voraz de vida. Lanza una exclamación al aire para que éste se la haga llegar al astro rey.

- ¡Ay, maldito, déjame en paz! ¡Déjame vivir lo que quiera! ¡Vete, vete, y no vuelvas nunca! ¡Que cubras con un manto de oscuridad el mundo, que la sangre sea eterna y que los infelices salgan de su escondite para siempre! ¡Maldito, vete ya, deja nuestras vidas en manos de Luna!- su amargo lamento recorre la desierta playa, se aleja de ella con el viento para irse luego, a continuación vuelve y escucha su propio eco. ¿Me escuchas, Sol? ¿Ves que ya lo ha hecho toda la playa? ¡Ahora hazme caso y desaparece!

por **Aro** Sáb Ene 30, 2010 2:24 pm

Los siglos no pasan es vano, 2500 años he pasado escondido en la noche, entre las sombras, volviéndome uno con ellas. En tanto tiempo, solo una persona había logrado ocultarme algo en su mente, Didyme, mi querida hermana ya fallecida a manos de un ente que perdió la poca humanidad que le quedaba en esa atroz acción. Mi caminar por la playa era lento, pero ameno, caminaba como un humano suele hacerlo cuando tiene muchas cosas que pensar, mira con una sonrisa los últimos rayos de sol que acariciaban mi rostro, haciéndolo destellar un momento, mientras la luz solar desaparecía, cuando la noche cubrió la playa, pude quitarme la capucha de la cabeza, mirando a una chica extraña, que parecía hablar sola- buenas tardes- salude cordialmente, acercándome lentamente a ella

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