Playing (libre)

Decidí tocar un poco de violín, hacía mucho que no lo tocaba y me había entrado la inspiración para hacerlo, asi que lo tomé y con gran agilidad y destreza comencé a desgarrar el sonido de la noche, cerré los ojos y dejé que fluyeran los sentimientos plasmados en la melodía.

Tres de la mañana, la hora de las brujas, momento lleno de magia y poder.

Atraído por exquisita y divina música, me acerqué a su origen. Violín, ese era el instrumento que clamaba, y expandía aquel sentimiento, y sobre todo… talento.

Arribé hasta una vampiresa, la cual toca hermosa y bellamente. De rasgos finos, atractiva, nívea piel, rubia cabellera, dulce esencia y al mismo tiempo imponente.

Me mantuve en silencio, escuchando con atención su arte.

Siempre que tocaba me metía en mundo y eso hacía que no me diera cuenta de las personas o criaturas me observaran o escucharan.
Esa melodía en mis años de humana me costaba trabajo ya que tenía agudos eran dificiles ... Pero al ser convertida se me hizo la cosa mas facil del mundo y aquello me hizo sonreir..

Aprecié la bella sonrisa de la vampiresa mientras ésta continúa con su melodía. Tan armoniosa, única, hermosa. Nunca había escuchado a un vampiro tocar algún instrumento. Nunca, ni en setenta años de existencia vampírica. La forma en la cual toca ésta atractiva dama, resulta especial.

Creo que no ha advertido mi presencia, o simplemente desea culminar su interpretación. Obviamente no voy a interrumpirla, seguiré deleitándome con la melodía hasta que ésta llegue a su fin.

Di los ultimos acordes y notas para finalizar la melodía, abrí los ojos y miré con fijeza el violín, sonreí. Realmente había logrado los agudos y eso me hacía sentir completamente satisfecha.

-Fantástico...- murmuré con alegría, alcé la vista y me percaté de la presencia de alguien más.

- Así es, fue fantástico –dije, para luego aplaudir tres veces con las palmas de mis manos.

- Fue excelente, lo disfruté en verdad –dije sonriendo, mientras camino hacia la bella vampiresa.

- Mi nombre es Lyonel, Lyonel Belmont –dije, para luego hacer una reverencia ante la dama.

En verdad era talentosa y resultaba interesante el haberla hallado en aquel lugar.

-Ohh, muchas gracias- sonreí ante sus aplausos y guardé en el estuche mi muy preciado violín.- ¿Enserio toco tan bien?- alcé una ceja sin quitar mi sonrisa- Un placer Lyonel, yo soy Sophie... White- me presenté. No pensé que alguien estuviera en los alrededores; aunque resultaba agradable tener compañía.

- Bueno, seré sincero contigo: nunca había escuchado a un vampiro, tocar un instrumento. Crear música con él. Pero sí he presenciado a humanos hacerlo. Y tú has tocado maravillosamente, esa es la verdad –dije mientras observo a la hermosa dama.

- Me gustó mucho, creo tienes talento. Si no fuera esa mi opinión, te lo dijera. No tengo motivo para mentir –dije sonriendo.

- Es un placer para mí conocerte, Sophie –dije, para luego estrechar delicada y sutilmente su mano.

- ¿Qué tan antigua eres? ¿Cuánto tiempo llevas siendo una bella vampiresa? Yo fui convertido a los veintiocho, y llevo casi setenta años siendo lo que soy ahora. Apuesto a que siendo humana, ya tocabas el violín, ¿o me equivoco? –pregunté mientras la observo en forma afable y gentil.

-De verdad te lo agradezco- dije agradecida con él por sus palabras y después de ello comenzó hacerme varias preguntas así que me tomé tiempo para responderlas todas- Pues bien respondiendo a tus preguntas tengo apenas 77 años convertida aunque aparento 16 años- expliqué asintiendo con la cabeza- y no te equivocas tocando el piano y el violín comencé a los 7 años humanos.

- Oh, pero, tan fresca, tan vivificante y rozagante, eras tan joven cuando te convirtieron. Tenías dieciséis primaveras –dije mientras la observo y analizo su hermoso rostro.

- Bueno… serás una joven princesita de rasgos majestuosos y finos, hasta el fin de los tiempos. Está muy bien –dije sonriendo. En verdad era muy linda–. En años vampíricos, somos contemporáneos entonces. Setenta y siete años convertida.

- Señorita, es usted una virtuosa. Comenzó a los siete años a tocar, y no sólo el violín sino el piano. Espero sea el piano de cola larga (hay varios tipos de piano). Nunca había conocido a alguien como tú, tan dedicado a la música a pesar del paso de las décadas. Es admirable, tu arte es glorioso. Cuenta con toda mi simpatía –dije con ánimo, mientras sigo mirándola.

Dejé pasar un par de minutos antes de continuar…

- Vivo en Forks, ¿tú donde vives, Sophie?, me gustaría verte de nuevo alguna vez, ¿usas celular?, ¿tienes uno? –pregunté en tono afable y gentil. Bueno, en verdad… quizás me estaba aventurando. Seamos objetivos: no sé si le agrado un ápice, quizás está esperando a que me vaya para continuar tocando su violín en paz. No lo sé; en cualquier caso debía intentarlo. Cielos, es el primer miembro de mi raza con la que hablaba detenidamente, desde que había arribado hace muchos meses a Forks. Me hacía falta en verdad.

- Si así es era muy joven al ser convertida- comenté con ojos meláncolicos tratando de recordar que pasó aquel día, aunque fue totalmente en valde.
- Supongo que tienes razón Lyonel- dije con una sonrisa irónica en mi rostro por sus palabras de "princesita". Aunque sabía que solo trataba de ser un caballero.

-De verdad Lyonel eres todo un caballero y agradezco tus cumplidos- sonreí ampliamente- Y no te equivocas, el piano de cola larga es mi especialidad- dije con orgullo- Tambien cuenta con toda mi simpatía, yo no he conocido a alguien como... tú- comenté riendo levemente.

- Yo también vivo en Forks –asentí con la cabeza- Pero por desgracia aún no cuento con un telefono celular- dije sincera y decepcionada- Aunque me gustaría volver a verte, no todos los días encuentro personas tan amables y lindas como tú.- todo lo que decía era verdad, aunque me preguntaba si traía prisa ¿se estaría despidiendo?

Me mantuve en silencio mientras hablaba, escuchando todo lo que decía, sin interrumpirla en ningún momento. Una vez hubo terminado, me senté a su lado para después hablar:

- ¿Sabes? Noté cierta inflexión en tu voz, como… pesar, ¿te has lamentado de que te convirtieran a tu edad? –pregunté mientras la observo. En verdad era una damita muy hermosa, pero al parecer su existencia no es nada “sencilla”.

- No pienses en lo que perdiste como humana, piensa en lo que has ganado como bella vampiresa –dije, tratando de animarla.

- Bueno, lo que te comento no son cumplidos caballerescos, son la verdad, es lo que pienso. ¿Sabes, Sophie? Cuando eres inmortal, sólo te queda la verdad para ser libre y poder disfrutar de la existencia. Te lo aseguro. De cualquier forma, gracias por decirme caballero –le dije sonriendo a la linda vampiresa.

- Oh, no tienes celular. ¿Por qué? Oh, por cierto, dime algo, ¿cómo te ganas la vida?, ¿con quién vives? –pregunté con incertidumbre. En verdad sus palabras amables para conmigo, resultaban encantadoras. Me cae muy bien.

Caí en cuenta que quizás vivía sola, que de pronto no tenía mucho dinero que digamos. Podría ayudarla con ese problema, me sobra el dinero, ya ayudé a Deidre con semejante problema. Cuando se tiene tanto dinero, sólo cuando ayudas a otros, posee significado.

Me interesaba esa charla, tanto como me interesaba ella.

Al finalizar mi explicación observé que Lyonel tomó asiento a mi lado así que presté atención.

- No es que me lamente el que me convirtieran a tan jóven edad solo que... –lo miré- No recuerdo nada antes de mi conversión - murmuré bajando la cabeza.
- Además lo cierto es que al principio no comprendía que era o... hasta que alguien me lo dijo y estuvo a mi lado por varios años- comenté recordando momentáneamente el rostro de Cameron.
- No hay de que Lyonel también digo lo que es verdad y la verdad es que eres un caballero hecho y derecho.-correspondí a su sonrisa con otra – Supongo que tienes razón, cuando uno es inmoral tiene que aprender a disfrutar, yo lo hago creeme que sí.

- Aun no consigo celular- expliqué- No soy dada a la tecnología de los humanos- comenté bromeando.- Sobre como gano dinero aun no consigo trabajo aunque espero hacerlo y "pasar por un estudiante más" y no vivo con nadie, vivo sola. Pero como dije un tiempo viví con un amigo- dije haciendo una ligera mueca para después regresar mi rostro sereno.

Su historia resultaba fascinante, así como misteriosa y única.

Es posible que su conversión haya sido tan traumática que su cerebro, su psiquis bloqueó lo ocurrido. Un sistema defensivo del fuero interno.

Un vampiro amnésico. Impresionante.

Habían otras alternativas, quizás su cepa vampírica producía aquel efecto. Sólo Dios puede saber lo que en verdad ocurre.

Una vez hubo terminado sus comentarios, hablé:

- A veces nos cuesta adaptarnos a la tecnología, pero debemos hacerlo –dije, sonriendo gratamente.

- Hmm, luces como una joven princesa, necesitarías documentación falsa, que diga posees mayoría de edad para conseguir un trabajo de verdad. Y… bueno, Sophie, somos vampiros, algo antiguos, no te imagino trabajando en alguna tienda de Forks –dije mientras la observo. La verdad sea dicha: tuve ganas de tomar sus níveas manos mientras charlaba con ella, pero obviamente no lo hice. No quería importunarla de ninguna manera.

- Quiero ayudarte, verás, soy artista, vendo bastante con mi arte, soy millonario, como dirían con júbilo los humanos. El dinero jamás me faltó, ni siquiera antes de ser vampiro. No quiero que alguien como tú estés dizque trabajando. Lo mejor es que montes tu propio negocio y subsistas de él. O mejor aún: que compres documentación falsa con los contactos adecuados, y que te dediques cien por ciento a la música. Eso sí que sería divino –dije, con gran ánimo, mientras continúo admirando su belleza.

- Te voy a prestar dinero y puedes pagármelo dentro de treinta años. No me digas que no, por favor –dije mientras asiento con el rostro–. Hazlo por ti, por tu arte, y como un favor hacia mí.

- Con una suma adecuada de dinero, puedes tener tu propia casa, documentación, montar un negocio si eso quieres, o lo mejor que puedes hacer: dedicarte de lleno a la música, llevar ese glorioso arte, tu gran talento, a los humanos y demás seres que aprecien la música de verdad. ¿Qué me dices, anda? ¿Lo harás? Permíteme ayudarte y ayúdate a ti misma.

- No pido nada a cambio, además, me pagarás dentro de treinta años sin que esté sujeto a tasas inflacionarias –dije sonriendo. Su rubio cabello en verdad resultaba hermoso. Como toda ella.

-Si, dímelo a mí- comenté ante lo que dijo sobre la tecnología humana y suspiré.
-Supongo que tienes razón, yo por igual no me imagino vendiendo comestibles u otras cosas en tiendas, sería bastante extraño, mejor dicho me sentiría extraña –me sinceré mientras me explicaba. Sonreí con levedad, me parecía un poco graciosa la escena que recree en mi mente.

- ¿Artista?- le pregunté alzando una ceja- Eso es fantástico Lyonel, ¿que haces? ¿pintas?- no tenía idea de que tuvieramos gusto por el arte, luego de eso escuché atenta su historia maravillada.

-Vaya Lyonel... No tengo la más remota idea de donde conseguir documentación falsa ¿Tu sabrías donde?- después escuché lo siguiente y abrí los ojos sorprendida y negando la cabeza- No no, que pena contigo, sé que te gusta como toco el violín pero... No.
Además... ¿que negocio montaría? No soy buena con lo del comercio y esas cosas- hice una mueca- Sé que lo haces por ayudarme y no tienes idea de cuanto te lo agradezco- tomé su mano derecha y lo miré- Pero me daría mucha pena... Además dime ¿qué pasaría si no te pagara en 30 años? ¿Que ocurriría?- pregunté confusa.

- Sí, soy pintor y escultor, desde hace más de ocho décadas –dije sonriendo. Resultaba interesante poder decirlo abiertamente, no mentir con respecto a los años.

- La documentación falsa en fácil, conozco a la gente que hace ese trabajo –y era cierto. Era costoso pero lo valía. Bueno, relativamente costoso.

Escuché sus palabras y frases de desconcierto. Cuando la hermosa vampiresa tomó mi mano, pude percibir cuan suave y tersa es; además de lo nívea por supuesto.

“Eres muy linda y atractiva”, pensé, para luego hablarle mientras acaricio el dorso de su mano:

- Si no me pagas en treinta años me das un beso y estamos bien –le dije sonriendo.

- Sophie, escúchame: cuando vives décadas y décadas, y ves morir a mortales que apreciabas, te das cuenta que lo único que vale en ésta existencia, es el ayudar a otros que requieran asistencia; es lo único que te hace sentir “vivo”.

- ¿No lo has sentido tú? Eres contemporánea conmigo. Déjame ayudarte para yo ser mejor de lo que puedo ser. No tienes que montar un negocio, concéntrate en tu arte. Compra una casa, ve a las mejores academias, que los humanos escuchen tu música, recorrerás todo el planeta gracias a ello, y ganarás mucho dinero con el cual podrás ayudar a otros –dije, para luego llevar lentamente mi mano a su tersa mejilla, la cual comencé a acariciar con gentileza y genuino cariño. En forma sutil y dulce.

En realidad no tenía pensado aceptarle de regreso el dinero, diez millones de dólares no es nada, por eso he vendido uno de mis cuadros de inferior dimensiones en cuanto al lienzo se refiere. Y esa era la cantidad que pretendía darle, así tenga que llevar el dinero a su vivienda momentánea una vez indague donde habita.

Quizás el orgullo la vencía y por eso respondió en forma negativa. Pero, al diablo, una vampiresa tan hermosa no tiene que ser orgullosa para aceptar una ayuda tan mundana.

-Que bien, ¿cómo aprendiste? Desde humano supongo- le dije.
-¿Tú crees que me puedan conseguir documentación? –suspiré.

Miré como acariciaba el dorso de mi mano y sonreí levemente y cerré los ojos para después abrirlos lentamente.

-¿Un beso?- ladeé la cabeza hacia un lado, sabía que no me podía sonrojar pero bueno... Él me agradaba mucho-Un beso no resuelve las cosas así de sencillo.- volví mi cabeza al frente y le guiñe el ojo.

-Trataré de ir a buenas academias, aunque al principio supongo que no sea tan facil dejando una vida en Francia- comenté, lo miré- ¿Cómo puedo agradecerte todo esto Lyonel?- le pregunté.

-Siendote sincera nunca habría pensado en la palabra contemporánea, habría pensado en... agradecida- sonreí- ¿Tu crees que les agradará mi arte? Digo si lo comparto con los humanos- aclaré, después de eso miré como su mano acariciaba mi mejilla con cariño y dulzura. Cerré los ojos. Inconcientemente me apoyé en su mano.
Abrí los ojos y le sonreí.
-Aún así no voy a aceptar el dinero- murmuré- Tendrás que buscar alguna manera de que acepte- dije sonriente.

No es que fuera grosera, simplemente que que me daba pena el que no le pagara dentro de treinta años, me daba miedo que eso arruinarara esta amistad...

- Sí, aprendí cuando era humano, desde niño, gracias a mis padres. Ellos eran artistas, mi padre era excelente pintor –dije, recordándolos. En verdad mi existencia con ellos había sido maravillosa–. Y claro que pueden hacer tus documentos falsos. Los míos lo son y nunca he tenido problema. Pasaporte, ID card, licencia para conducir, todo eso.

Advertí su lenguaje corporal, cada uno de sus gestos. En verdad es una damita muy sensual y atractiva, hasta ahora me agrada en todo sentido. Hasta el momento.

- Bueno, un beso resolvió todos los problemas de la Bella Durmiente –dije sonriendo mientras apoyaba sutil y delicadamente mi hombro con el suyo. Estábamos sentados lado a lado, por lo tanto muy cerca.

- Sophie, no seas testadura. Todos amarán tu arte, no tienes que agradecerme nada, sólo es un préstamo –dije mientras la observo, mi rostro estaba hacia ella.

Tomé sendas manos de la vampiresa…

- Sophie, eres muy hermosa, atractiva y bella. Pero creo que el orgullo influye en la decisión de aceptar mi poca ayuda –dije mientras acaricio sus tersas y suaves manos.

- Hmm, “buscar una manera que aceptes”, bueno, ¿si hacemos un cambio aceptarías?, yo te doy el dinero, te consigo los documentos, y tú haces dos cosas por mí, la primera sería responder una pregunta. La pregunta es sencilla, es más, te la formularé de una vez –aclaré mi garganta antes de seguir–. Bueno, eres una damita muy linda y sensual, eso tú misma lo sabes, no te lo tengo que decir yo. Eso es obvio.

- Así que, quiero saber, ya que estamos alejados de todo ojo público, todo lo que pasaría en éste lugar quedaría entre nosotros. Eso es así. Ya tenemos bastantes décadas encima tú y yo.

- Si yo te dijera que te quiero besar a cambio de mi ayuda, sería un cambio justo, si es que lo quieres ver como un cambio y eres testadura y orgullosa al no querer aceptar mi ayuda. Así que, ¿qué me dices?, esa es mi pregunta. Es fácil –dije mientras la observo, pero dejé ir sus delicadas manos, no quería atosigarla, menos con lo que le había preguntado.

Estoy seguro de que ella sabe que me gusta, bueno, tampoco es un gran misterio, no oculto lo que pienso de los demás, nunca lo hago. Además, tampoco le estoy pidiendo se haga mi novia por ayudarla o alguna locura así.

-Por lo que puedo apreciar tuviste una buena vida con ellos- sonreí ante esa idea- Me parece perfecto, y de verad aunque lo hayas escuchado tantas veces no pararé de decirte gracias- le sonreí abiertamente.

Reí ante su comentario de La bella durmiente.

- Pues sí, pero hablamos de una historia ficticia, no real- le recorde parando de reír y recobrando la compostura.

Observé como estaba tan cerca mío, así que apoyé mi cabeza en su hombro mirando el cielo.
-No es que sea testaruda, simplemente no lo sé... supongo que es miedo- susurré- y enserio siento que parezca que estoy siendo orgullosa- me disculpé apenada- Además no es poca ayuda, es muchísima.- comencé a jugar con a mano de Lyonel distrídamente.

-¿Sensual? Vaya... eso no lo había escuchado de nadie.- reí ligeramente- Pero gracias.- escuché su proposición y medité por varios minutos una respuesta final- ¿Besarme? Tenremos que averiguar si esa es una buena manera de convencerme- le guiñé el ojo; aunque agradecía mil veces que los vampiros no pudieramos sonrojarnos.- Bien. Pediste dos cosas... ¿cual sería la segunda?- pregunté con interés, tenía que aceptar que de alguna manera Lyonel me ponía ciertamente nerviosa. Aunque no tenia la más mínima idea del porqué.

Sophie continuaba dándome las gracias, no tenía por qué hacerlo, ya se lo había explicado. En verdad no era necesario lo hiciera.

La conversación se tornaba jocosa y divertida. Me gusta la picardía de la bella vampiresa. Además, lo de la Bella Durmiente en verdad hacía naciera mi risa.

- Eres una pícara –dije sonriendo–. Eso hace que me cueste saber si dices algo en serio o en broma.

- La segunda es otra pregunta, y es preguntarte si podemos vernos de nuevo después de hoy. A no ser que alguien ocupe tus días por supuesto –dije mientras la observo.

En un minuto de silencio, me acerqué a su rostro, cerré mis ojos y comencé a besar su nívea, suave y tersa mejilla. Mientras hacía yo esto, una de mis manos tomaron la suya…

- ¿Pícara? ¿Yo?- me señalo con el dedo con inocencia y riendo- No, me confundes de persona. Aunque no te preocupes, sé cuando digo al enserio me vuelvo seria.-me sinceré y solté un suspiro.

- Encantada acepto volverte a ver Lyonel, nadie ha sido tan... amable conmigo- murmuré con una sonrisa.

Lentamente vi como se acercaba a mi rostro y me besaba la mejilla mientras que una de sus manos se encontraba con la mía, solté un suspiro y cerré los ojos, deseaba disfrutar el momento, ni en mis setenta y siete años de vampiro me había sentido... humana de nuevo.

Su respuesta me agradó, ¿cómo no iba a hacerlo?, la idea de verla de nuevo, de estar con ella, me entusiasmaba, quería comenzar a conocerla, paso a paso, no hay prisa alguna.

Momento especial, lleno de sensualidad. Mi ritmo cardiaco ascendía rápidamente. Sophie es hermosa, divina y atractiva; y yo me encontraba allí con ella, y muy cerca.

Llevé mis manos a sus suaves hombros, los cuales ceñí con suma delicadeza. Besé su mejilla hasta que mi boca fue lentamente hasta sus carnosos y sensuales labios. Besé su boca, tan perfecta, divina y gloriosa.

Para cuando me percaté le correspondía el beso suavemente, sin prisas. Rodeé con mis brazos su cuello.

No sentía el tiempo sobre, era... como si estuviera en una cápsula de tiempo en la que estabamos solo Lyonel y yo, incluso había olvidado la razón de quel beso.

Beso prolongado, sensual, erótico y excitante. Para mí lo fue. Los labios de Sophie son divinos; su boca, es cálida, perfecta, muy estimulante.

No me extrañaría que la hermosa vampiresa, escuchara el palpitar de mi corazón.

Antes de perder el control, dejé de besarla…

- ¿Eres una diosa? –pregunté sonriendo. Me gustaba tuviese mi nuca ceñida, con semejante delicadeza y gracia. Mi respiración estaba agitada.

- Hmm, me gustas. Sophie, ¿aceptarás mi ayuda? –pregunté. Y sería la última vez en hacerlo.

Se me nobló momentaneamente la cabeza al sentir los labios de Lyonel sobre los míos, era muy cómodo estar así con él. ¿Qué pasaba? Lo desconocía.

-¿Una diosa? No lo creo, soy un simple vampireza- reí ligeramente y lo miré cuando hizo su pregunta, solté un suspiro- Bien esta bien, acepto tu ayuda.