Recordando el pasado... (libre)

En estos momentos Volterra era el lugar donde menos queria estar... era demaciado aburrido, asi que decidi recordar mi pasado, subi a mi Lamborghini y conduje hasta Roma... una parte de mi vida habia estado viviendo ahi, junto con mis hermanos... en el tiempo donde Nerón cometio una tonteria.

Mientras conducia por las carreteras de Italia, mirando el paisaje al pasar y descubriendo los rostros de los humanos mirandome... los hombres a mi auto y las mujeres a mi, me limite a reir, mirando a una chica desprevenida directamente a los ojos, dejando que mirara mis ojos en un tono de rojo intenso y luego mi sonrisa llena de maldad, al parecer se asusto y miro al rededor, preguntandose si tal ves alguien habria visto lo mismo que ella miro.

Llegue al coliseo cuando el crepusculo habia hecho desaparecer la luz, la luna nueva hacia que solo el alumbrado publico iluminara las aceras. Aparque mi auto en un gran estacionamiento de varios niveles, caminando a paso humano hacia el coliseo, la ropa humana habia que me pudiera mezclar entre los humanos sin problemas... la noche era fria paa los humanos, pero paa mi era agradable, asi que solo me puse una sudadera y un saco, evitando que me vieran a los ojos y quedando al frente de la entrada principal del gran edificio... recordando la unica noche donde habia peleado como gladiador...

Me mantive quieto, dejando que mis memorias llenaran el ambiente, olisqueando todo a mi alrededor y recordando como era que la suave luz de las antorchas iluminaba la entrada...

Recordaba que por ser uno de los gladiadores mas fuertes me habian lanzado a matar a los mas fieron animales conocidos hasta ese momento... El primero habia sido un leon, su rugido era impresionante, pero sabia que no me haria daño alguno, asi que lo unico que hice fue acercarme y enterrar mi espada en la cabeza del animal... la sangre corrio y no olia del todo mal, pero probar un poco de mi espada note el mal sabor que tenia, asi que me limite a escupirla...

Entonces un aroma cambio todo el entorno y regrese a la entrada en ruinas de la gran arena -Buenas noches, Renata -susurre sonriendo mientras esperaba que ella me emparejara -Es una linda velada para recordar los viejos tiempos, no lo crees? -dije riendo y girandome para mirarla mientras deslizaba el zipper de mi sudadera para soltarlo por completo y sacando del interior del saco unos lentes de armazon, lograbaun un efecto interesante, haciendo que mis ojos se tornaran cafes para los que me miraban de frente, aun que eran incomodos por que me impedian tener una visibilidad completa eran muy practicos.

A pesar de no convivir ni siquiera un diez por ciento de nuestro día con humanos, nuestro control era absoluto. Centenares de personas caminaban rozando mis brazos u hombros, lanzando una especie de pequeñas descargas eléctricas cargadas de adrenalina hacia todo mi cuerpo, intentando que ya mi apagado instinto neófito saltase sobre su cuello para alimentarme. Nuestro instinto era cien por ciento controlable, de otra forma no sería la guardia principal de nuestro maestro.
Continué mi camino sin prisa alguna, acercandome cada vez hacia donde Aro se encontraba. Me detuve al tenerlo dentro de mi campo visual y seguí la dirección de su mirar, recostandome en las columnas autorizadas para los visitantes y sonriendo ligeramente de lado, esperando.. disfrutar de esto un poco. Observé la arena, algunos letreros informativos, etc. Nada que ya no supiera de libros y testimonios. Apoyé mi peso en una pierna, haciendo lo que llamabamos "Aparentar".
Me preguntaba si mi maestro habría participado de este tipo de espectáculos, realmente nunca me había preguntado ello y tal vez era eso la razón del por qué nos encontrabamos aquí esta noche. Su voz llegó a mis sentidos, había decidido guardar distancia para permitirle privacidad, aunque sabíamos que nunca deberíamos bajar la guardia. Era bien claro que no me importaba cruzar medio Coliseo en dos segundos, provocar todo un disturbio y luego matar a todo humano testigo sólo para protegerlo en caso de un ataque.
Llevé mi derecha hacia el otro brazo, sosteniendolo al mismo tiempo que este rodeaba mi cintura y caminaba hacia ponerme a su lado. Le asentí en forma de saludo y reverencia, mientras su felicidad del momento me llegaba como si el lugar fuera mar y sus emociones, olas.
- Siempre lo es cuando los recuerdos son gratos - susurré en contestación a su pregunta. No solía hablar con nadie en el castillo. solo con Aro era mas abierta - me alegra que haya salido a recorrer el exterior.

Sonreí y camine con ella hacia una de las entradas secundarias de la gran construcción -Siempre es un deleite poder salir al exterior en algunas ocasiones, mi niña... -susurre deteniéndome frente a la entrada de gladiadores -Alguna vez yo peleé aquí...- dije sonriendo -Hace ya mucho tiempo, Cayo estaba justo ahí antes de que dejara de ser humano- señale con un dedo la grada donde el César se sentaba -Hasta que se unió a nosotros como mi hermano...- sonreí mas ampliamente y entre con ella a la arena.