Años atrás... un futuro planeado (VII)

La habia visto partir.. pero ahora me sentía mas aliviado al saber que ella iba a ir a la playa, o eso esperaba que hiciera. Necesitaba contarle todo, o casi todo.. agh, solo esperaba que la junta de ancianos me ayudaran. Y para eso iba a necesitarlos...
Cuando ví a Emily entrar en la casa, voltee sobre mis talones y comenzé a correr. Una parte de mi decía que si entraba en fase, iba a ir mas rápido, pero cuanto mas tiempo ganara, mas sería la agonía de esperarla.
Me detuve y comenzé a caminar lentamente, pensando y recordando en todo lo que cambia el futuro, los planes..
Hace unos días, meses, y hasta podría decirse años atrás, todo era un futuro planeado, el cual al imaginarlo, era mágico, me hacía sentir muy feliz.
Pero ahora, aqui estabamos, yo, me había convertido en una bestia legendaria, me había imprimado, o mejor dicho para que no suene tan... legendario, había encontrado a mi otra parte, mi media naranja, mi otra mitad...
Fuí hasta la casa del viejo Ateara, a la de Billy Black, y les pedí que ellos avisaran a Harry Clearwater de la situación, yo no podía hacerlo.
De solo imaginarlo, leves temblores aparecían en mis dedos y manos. No tenía el valor para hacerlo sin perder el control.

Decidí ir tambien a mi casa, donde me cambié de ropa y mi madre, preocupada me hizo de cenar, aunque creo que eso la dejó mas preocupada, al verme deborar todo rápidamente.
Ella sabía el secreto, la huída de mi padre le había heredado el puesto en el. Pero al parecer no se había acostumbrado aún.
¿Cómo hacerlo.. si ni yo lo estaba?

Cuando me levanté rapidamente, me miró y dijo - Sam, a donde vas ahora? - Voltee hacia donde ella estaba juntando las cosas que había utilizado para comer y le dije - Tengo que ver a alguien, intentaré no demorar, pero tu acuestate, vendré apenas pueda -
Y sin esperar otra respuesta de su parte, me fuí caminando hacia el camino para bajar a la playa, donde en algún sitio, debería estar el Consejo.

Después de alejarme de la casa de Leah, comencé a caminar un poco más despacio para intentar calmar los locos latidos de mi corazón que eran tan fuertes que me ahogaban y que no me dejaban oir ni mis pensamientos.
En verdad estaría él ahi??

No importaba qué pasara, tenía que saber....tenía que ir....con él.
Cuando noté que estaba llegando a la playa, me tranquilicé respirando profundo, o al menos lo intenté y entré en la playa.

No había nadie......de momento, mi corazón se hizo pedazos y comencé a respirar con dificultad tratando de comprender por qué el no estaba ahí.
Pero no podía ser....él me había citado allí, no podía ser que me dejara plantada, o es que también él tenía miedo. Tampoco podía ser: Sam? ese chico, alto y fornido, de mirada penetrante, de suave tacto, de gesto protector.....NO no creo que él tenga miedo de algo.

Entonces, en medio de todos mis pensamientos, pude escuchar el leve sonido de pisadas en la arena, justo atrás de mí. Era él....ahora estaba segura.

Más allá de donde estaba él, pude notar nebulosamente una fogata y hombres alrededor sentados, miraban hacia nosotros, nos esperaban.

-Emily…-. Susurró mi nombre tan suavemente como si tuviera miedo de mi….o como si yo lo tuviera de él, como si pensara que saldría corriendo y gritando, pero no lo hice, me quedé ahí hechizada por sus ojos.

-Aquí me tienes….-. A pesar de que sabía que estaba totalmente mal que estuviera ahí.

Me acerqué lentamente, no me había percatado de que todo mi cuerpo temblaba. Alargué una mano nerviosa y temblorosa y esperé a que él la tomara y así poder rectificar lo que estaba pasándonos a ambos.

Miraba alrededor con confusión, mientras mis dedos estaban entrelazados con los de Sam y gente a la que en mi vida había visto a excepción de mi tío Harry que cambiaba de color con cada expresión que dennotaba sus emociones. Hablaban de un secreto....secreto? qué secreto? yo no tenía nada que ver con esto, con este lugar, con nadie. Pero que estaba pasando?

La cabeza comenzaba a darme vueltas y todo se volvía borroso. Bajé la mirada y creo que comencé a hiperventilar. Mis ojos miraban a Sam suplicantes por una respuesta y todos solo hablaban de cosas que yo no entendía, casi en un idioma que no comprendía.
Solté la mano de Sam y me sujeté la cabeza con ambas manos.

-Por favor....por favor....díganme qué está pasando aquí....no puedo....entender-. hablé muy quedo y con voz temblorosa, pero creo que me escucharon.

Solté su mano cuando sentí que sus dedos se movían lentamente para zafarse, mi mirada se clavó en ella, sintiendome terriblemente mal por lo que debería sucederle , debía de estar totalmente perturbada..
Clavé mi mirada en Billy Black y en los demás del consejo, sin sentir nada al ver el hueco vacío en la fogata, donde devería de estar mi padre.
-Quiero contarle todo.. aunque me crea demente, ella sabe de las leyendas de aqui, su reserva sabe nuestras leyendas, así como nosotros sabemos las suyas..
Asintieron levemente, luego de cruzar miradas entre ellos y me paré delante de Emily, sosteniendo sus manos las cuales estaban a los lados de su cabeza.. busqué su mirada, la cual se veía un poco apagada, pero aún así sostenía un brillo especial
-Emily, quiero que vuelvas a escuchar una leyenda, solamente una leyenda en particular, y luego te diré el secreto del cual Billy Black habla..
Caminé con ella lentamente hacia la fogata, sin soltarles las manos y tomamos asiento, yo enfrente de ella, iluminandonos con el avivado fuego, el cual había tomado fuerza en cuando entramos al círculo
-Creo que conoces la leyenda de nuestros antepasados Emily - comenzó Billy Black - aún así la relataremos de nuevo, compartiremos la historia de nuestros ancestros esta noche, claro si quieres..
Mi mirada se clavó en el fuego y luego en Emily

Miré con solemnidad a Billy Black y respirando lentamente asentí con suavidad.

Respiré profundo y cambié mi postura, antes de que comenzaran fijé mi mirada en los ojos oscuros de Sam y me dejé llevar.

Había llegado el momento.. era ahora cuando se decidía si mi vida comenzaba llena de esperanza, o era el final. Luego de esto lo sabría, tenía fe.
Miré a los ojos de Emily, que se mezclaba su brillo con las chispas del fuego que nos alumbraba,a pocos pasos de donde estabamos en el semicírculo, sentados.
Miré hacia Billy Black, que comenzaría a relatar la historia, ahora que ella había accedido a escuchar una vez mas nuestra leyenda.. una de ellas.
-Emily, has escuchado hablar sobre la leyenda de los espiritus guerreros..- echaron al fuego varias ramas húmedas, que comenzaron a disparar suaves chispas azules -Los quileutes han sido pocos desde el principio...No hemos llegado a desaparecer, porque siempre ha corrido magia por nuestras venas... no siempre fue la magia de la transformación, sino que al principio, fue la de los espíritus guerreros. La tribu se estableció en este fondeadero y adquirió gran destreza en la pesca y en la construcción de canoas. El puerto era muy rico en peces, pero el grupo, pequeño. Por ello, pronto hubo quienes codiciaron nuestra tierra, pues éramos pocos para contenerlos, y tuvimos que huir cuando nos atacó una tribu más grande. Kaheleha no fue el primer espíritu guerrero, pero no han llegado hasta nosotros las historias acontecidas con anterioridad. No recordamos quién fue el que descubrió este poder ni cómo se usó antes de esta situación crítica. Kaheleha fue el primer Espíritu Jefé de nuestra historia. Él se sirvió de la magia para defender nuestra tierra, él y todos los guerreros dejaron las canoas, no en carne y hueso, pero sí en espíritu. Las mujeres se ocuparon de los cuerpos y y los hombres volvieron a tierra en espíritu.
No podían tocar físicamente a la tribu enemiga, pero disponían de otras formas de lucha. La tradición detalla que hicieron soplar fuertes vientos sobre el campamento enemigo; el viento aulló de tal modo que los aterrorizó. Las historias también nos dicen que los animales podían ver a los espíritus guerreros y comunicarse con ellos, de modo que ellos los usaron a su antojo. Kaheleha desbarató la invasión con su ejército de espíritus. La tribu invasora traía manadas de enormes perros de pelaje espeso que utilizaban para tirar de sus trineos en el helado norte. Los espíritus guerreros volvieron a los canes contra sus amos y luego atrajeron a una inmensa plaga de murciélagos desde las cuevas de los acantilados. También usaron el aullido del viento para ayudar a los perros a causar confusión entre los hombres. Al final, los perros y los murciélagos vencieron. Los invasores supervivientes se dispersaron y consideraron el fondeadero como un lugar maldito a partir de entonces. Los perros se volvieron salvajes cuando fueron liberados por los espíritus guerreros. Los quileute volvieron a sus cuerpos y con sus mujeres, victoriosos.
Las otras tribus vecinas, la de los hoh y la tuya Emily, de los makah, sellaron tratados de paz con los quileute, porque no querían tenérselas que ver con nuestra magia. Vivimos en paz con ellos. Cuando un enemigo nos atacaba, los espíritus guerreros lo dispersaban.Pasaron muchas generaciones hasta la llegada del último Espíritu Jefe, Taha Aki, conocido por su sabiduría y su talante pacífico. La gente vivía dichosa y feliz bajo su cuidado, pero había un hombre insatisfecho, Utlapa. Él era uno de los espíritus guerreros más fuertes del jefe Taha Aki, un gran guerrero, pero también un hombre codicioso. Opinaba que nuestra gente debía usar la magia para extender sus territorios, someter a los hoh y los makah y erigir un imperio- Su voz aumentaba de tono siempre que hablaba de Utlapa, suspiró y retomó hablando lentamente -Pero, los guerreros compartían los pensamientos cuando eran espíritus, por lo que Taha Aki tuvo conocimiento de la ambición de Utlapa, se encolerizó con él, le desterró y le ordenó no convertirse en espíritu otra vez. Utlapa era fuerte, pero los guerreros del jefe le superaban en número, así que no le quedó otro remedio que irse. Exiliado y furioso, se escondió en el bosque cercano a la espera de una oportunidad para vengarse del jefe.
El Espíritu Jefe estaba alerta para proteger a su gente incluso en tiempos de paz. Con tal propósito, frecuentaba un recóndito lugar sagrado en las montañas en el que abandonaba su cuerpo para recorrer los bosques y la costa y así cerciorarse de que no había ningún peligro. Un día, Utlapa le siguió cuando Taha Aki se marchó a cumplir con su deber. Al principio, sólo planeaba matarle, pero aquello tenía desventajas. Lo más probable sería que los espíritus guerreros le buscaran para acabar con él y le alcanzaran antes de que lograra escapar. Mientras se escondía entre las rocas observando cómo se preparaba el jefe para abandonar su cuerpo, se le ocurrió otro plan. Taha Aki abandonó su cuerpo en el lugar sagrado y voló con el viento para cuidar de su pueblo. Utlapa esperó hasta asegurarse de que el espíritu del jefe se había alejado una cierta distancia. Taha Aki supo el momento exacto en que Utlapa se le unió en el mundo de los espíritus y también se percató de sus propósitos homicidas. Volvió a toda velocidad hacia el lugar sagrado, pero incluso los vientos fueron incapaces de ir lo bastante rápido para salvarle. A su regreso, su cuerpo se había marchado ya y el de Utlapa yacía abandonado, pero su enemigo no le había dejado ninguna vía de escape, porque había cortado su propia garganta con las manos de Taha Aki. El Espíritu Jefe siguió a su cuerpo mientras bajaba la montaña e increpó a Utlapa, pero éste le ignoró como si no fuera más que viento.
Taha Aki presenció con desesperación cómo Utlapa usurpaba su puesto como jefe de los quileute. Lo único que hizo el traidor durante las primeras semanas fue cerciorarse de que nadie descubría su impostura. Luego, empezaron los cambios, porque el primer edicto de Utlapa consistió en prohibir a todos los guerreros entrar en el mundo de los espíritus. Alegó que había tenido la visión de un peligro, pero lo cierto era que estaba asustado. Sabía que Taha Aki estaría esperando el momento de contar su historia. Utlapa también temía entrar en el mundo de los espíritus, sabiendo que en ese caso, Taha Aki reclamaría su cuerpo rápidamente. Hubo un momento en que incluso Taha Aki quiso matar su propio cuerpo para salvar a la tribu de los excesos de Utlapa. Hizo bajar a un lobo fiero de las montañas, pero el usurpador se escondió detrás de sus guerreros. Cuando el lobo mató a un joven que estaba protegiendo al falso jefe, Taha Aki sintió una pena terrible, y por eso, ordenó al lobo que se marchara. Todas las historias nos dicen que no era fácil ser un espíritu guerrero. Liberarse del propio cuerpo resultaba más aterrador que excitante y ése es el motivo por el que reservaban el uso de la magia para los tiempos de necesidad. Los solitarios viajes de vigilia del jefe habían sido siempren una molestia y un sacrificio, ya que estar sin cuerpo desorientaba y era una experiencia horrible e incómoda. Taha Aki llevaba ya tanto tiempo fuera de su cuerpo que llegó a estar al borde de la agonía. Se sentía maldito y creía que, atrapado para siempre en el martirio de esa nada, jamás podría cruzar a la tierra del más allá, donde le esperaban los ancestros. El gran lobo siguió al espíritu del jefe a través de los bosques mientras se retorcía y se contorsionaba en su sufrimiento. Era un animal muy grande y bello entre los de su especie. De pronto, el jefe sintió celos del estúpido lobo que, al menos, tenía un cuerpo y una vida. Incluso una existencia como animal sería mejor que esa horrible conciencia de la nada. Y entonces, Taha Aki tuvo la idea que nos hizo cambiar a todos. Le rogó al gran lobo que le hiciera sitio en su interior para compartir su cuerpo y éste se lo concedió. Taha Aki entró en el cuerpo de la criatura con alivio y gratitud. No era su cuerpo humano, pero resultaba mejor que la incorporeidad del mundo de los espíritus. El hombre y el lobo regresaron al poblado del puerto formando un solo ser. La gente huyó despavorida y reclamó a gritos la presencia de los guerreros, que acudieron a enfrentarse a la bestia con sus lanzas. Utlapa, por supuesto, permaneció escondido y a salvo. Taha Aki no atacó a sus guerreros. Retrocedió lentamente ante ellos, hablándoles con los ojos e intentando aullar las canciones de su gente. Los guerreros comenzaron a darse cuenta de que no era un animal corriente y que lo poseía un espíritu. Un viejo luchador, de nombre Yut, decidió desobedecer la orden del falso jefe e intentó comunicarse con el lobo.
Tan pronto como Yut cruzó al mundo de los espíritus, Taha Aki dejó al lobo, el animal esperó obedientemente su regreso, para hablar con él. Yut comprendió la verdad al instante y dio la bienvenida al verdadero jefe a su casa. En este momento, Utlapa apareció para ver si habían derrotado al carnívoro. Cuando descubrió que Yut yacía sin vida en el suelo, rodeado por los guerreros que le protegían, se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo. Sacó su cuchillo y corrió a matar a Yut antes de que pudiera regresar a su cuerpo. Yut saltó dentro de su cuerpo, pero Utlapa tenía ya el cuchillo en su garganta y le había cubierto la boca con una mano. El cuerpo de Taha Aki era fuerte y Yut estaba debilitado por la edad, así que no pudo decir ni una palabra para avisar a los otros antes de que Utlapa lo silenciara para siempre. Taha Aki observó cómo el espíritu de Yut se deslizaba hacia las tierras del más allá, que le estaban vedadas por toda la eternidad. Le abrumó una ira superior a cualquier otro sentimiento que había experimentado hasta ese momento. Volvió al cuerpo del gran lobo con la intención de desgarrar la garganta de Utlapa pero, en cuanto se unió a la bestia, acaeció un gran acontecimiento mágico. La ira de Taha Aki era la de un hombre, el amor que profesaba por su gente y el odio por su opresor fueron emociones demasiado humanas, demasiado grandes para el cuerpo del animal, así que éste se estremeció y Utlapa se transformó en un hombre ante los ojos de los sorprendidos guerreros. El nuevo hombre no tenía el mismo aspecto que el cuerpo de Taha Aki, sino que era mucho más glorioso: la interpretación en carne del espíritu de Taha Aki. Los guerreros le reconocieron al momento, porque ellos habían volado con su espíritu. Utlapa intentó huir, pero el nuevo Taha Aki tenía la fuerza de un lobo, por lo que capturó al suplantador y aplastó el espíritu dentro de él antes de que pudiera salir del cuerpo robado. La gente se alegró al comprender lo ocurrido. Taha Aki rápidamente puso todas las cosas en su sitio, trabajando otra vez con su gente y devolviendo de nuevo a las esposas con sus familias. El único cambio que mantuvo fue el fin de los viajes espirituales, sabedor de su peligro ahora que ya existía la idea de robar vidas con ellos. No hubo más espíritus guerreros.
Desde entonces en adelante, Taha Aki fue más que un lobo o un hombre. Le llamaron Taha Aki, el Gran Lobo. Lideró la tribu durante muchos, muchos años, porque no envejecía. Cuando amenazaba algún peligro, volvía a adoptar su forma de lobo para luchar o asustar al enemigo, y así la tribu vivió en paz. Taha Aki tuvo una prolífica descendencia y muchos de sus hijos, al llegar la edad de convertirse en hombres, también se convertían en lobos. Todos los lobos eran diferentes entre sí, porque eran espíritus lobo y reflejaban al hombre que llevaban dentro.**
Miré a Emily con cautela, esperaba que entendiera lo que sucedía.. yo era un descendiente de Taka Aki, y mi deber era el suyo.. proteger nuestra reserva.
Miré hacia el horizonte.. el anochecer de este día estaba próximo y esperaba que terminara de buena forma...

** leyenda tomada del libro Eclipse

Escuché la historia. Una historia realmente increíble de la que ya había oido hablar. Pero siempre había pensado que era un simple cuento para niños. No podía creer que estuvieran diciendo que Sam Uley era un descendiente directo del Gran Lobo, de alguien que nunca había existido para mi más que un personaje de una historia infantil.
Creí que me estaban tomando el pelo, pero esto se estaba poniendo serio.
Miré a Sam y le solté la mano, respiré hondo:

-Yo.....ya había escuchado algo como eso.....pero sigo sin comprender-. dije muy quedo y con demasiada vergüenza, pero tenía que decirlo, no podía quedarme con la duda. Además esto qué rayos tenía que ver conmigo?

Mientras Sam se alejaba hacia unas rocas sopló un viento helado que me recorrio la espalda, me abracé el cuerpo con los brazos y observé con el ceño fruncido a ese chico que hacía mi corazón volar.
Todo pasó muy rápido y no supe ni qué ví, pero creí. Frente a mí a unos metros había un enorme lobo negro de un pelaje en apariencia suave, los ojos de Sam estaban en él. Entonces aulló y no pude evitar que se me cortara la respiración y el vello de mi brazo se erizara. Cerré los ojos y casi pude escuchar que me decía que iba a estar a salvo con él.
Cuando los abrí él ya no estaba ahí, pero entonces salió de entre los árboles con forma humana y acercándose con cuidado a mi.

Respiré con dificultad cuando él tomó mi mano. Todo parecía tan irreal, como en una película o un sueño. Claro mi sueño.....el que me advertía de que le quitaría el novio a mi prima. No debí haber venido.

Volví a respirar profundo, hice cara de que me sentía mal. La cabeza volvía a darme vueltas. Di un pequeño paso tembloroso hacia Sam y casi me caigo desmayada entre sus brazos pero él me sostuvo con cuidado y me cargó mirandome a los ojos.

Alcé una mano y le acaricié el rostro.
-Sam....lo lamento-. le dije lamentando en serio haberme metido en su vida y en la de Leah, cerré los ojos con cansancio. Por un momento imaginé que todo terminaría cuando los abriera y que me daría cuenta de que había sido un sueño, pero no fue así, no hubo necesidad de que los abriera, ya que sentía el tibio torso de Sam contra mi cuerpo y su corazón latiendo en mi oido y voces lejanas de los del Consejo.

Sí esto era verdad.....entonces ahora que siguiria??

Me pedía estar con él. ¡Por Dios! Ni siquiera lo conocía y a la vez sabía todo de él, al menos más de lo que sabía Leah.

Sonreí debilmente y lo miré a los ojos.

-Tengo opcion?-. dije aún sonriendole.

Yo misma me respondí en la mente. "No, no la tenía." Estaba unida a Sam para la ternidad pasara lo que pasara.

De momento, dejé de sonrei y bajé la mirada.

-Qué hay de Leah? No puedo hacerle esto.

Tomo mi rostro entre sus manos y nos miramos a los ojos. Como dije no teniamos opcion, estábamos destinados el uno para el otro.

-Quiero estar contigo-. le dije en un susurro.
-Pero necesito algo de tiempo, y creo que Leah lo necesitará también-. le dije tambien y miré a los del Consejo que asintieron levemente con la cabeza.

Mis manos bajaron por sus brazos hasta tomar sus manos entre las mías, por supuesto que tendríamos un tiempo en el medio para poder aclarar las cosas, por mi parte lo haría esta misma noche, me torturaba estar engañando de cierta manera a Leah, la había amado mucho realmente, y el solo pensar el dolor que le causaría me dolía.
-Por supuesto, no quiero lastimarla, pero no puedo, ya no la amo Emily, y debemos estar al lado de la persona que sí.. - mi voz se apagaba constante iba terminando de hablar, me sentía tímido pero seguro de lo que quería, y más con ella -hablaré con ella, cuando te acompañe a casa, si me permites que lo haga..

Escuché con atención lo que me decia. No podía creer que realmente él me amara a mí y no a Leah. Ella era todo lo que yo no era, fuerte, valiente y aparte era hermosa.

Asentí a lo que me dijo Sam y cerré los ojos para sentir el roce de sus manos contra las mias.

-Por favor, sé bueno con ella. No la lastimes.....-. le dije aunque sabía que sería imposible no lastimarla cuando se enterara y pensara que era una traicion de nuestra parte.