Moonlight (Libre)

Caminaba por el limete de lo que llaman la Push hogar de los licantropos, cada noche era la misma rutina ir a al limite y observar hasta donde mis ojos me dejaba mirar, con una rosa en la mano la cual dejaba en el suelo donde habia otra ya marchitadas y mi traje negro, en espera de aquella chica con la qu eno tenia ninguna oportunidad, los rayos de la luna me iluminaban muy ligeramente, aunque no conosia a ninguno bueno casi ninguno pues habia visto a una chica que llamo mi atencion en mi llegada que tenia el aroma de un licantropo y un caracter un poco agresivo, temia al entrar pues por lo que habia escuchado que eran mas fuertes y rapidos que un vampiro, mi sueño mas grande era morir aunque no deseaba hacerlo con ellos, preferia morir a manos de los llamados Volturi, mi ser sentia escalofrios al pensar en que aquellas criaturas podian despedasar mi cuerpo sin ningun problema, me sente en un tronco y me quede mirando pensativo con la imagen de aquella bella dama en mi cabeza, observando en mi mente cada faccion de su rostro, aunque el miedo era grande deseaba no tenerlo y poder entrar a la Push y encontrarme con ella aunque mi vida terminara por eso, terminaria de la mejor forma posible, ninguna mujer habia llamado mi atencion antes todas eran muy identicas pero en ella encontre algo diferente, algo que capto mi atencion desde qu ela vi por primera vez, mi padre decia que cuando alguien se enamoraba nunca desidia de quien su corazon lo hacia sin preguntar ni dar aviso, eso fue lo que sucedio al verla, mi corazon esperaria lo necesario para estar con ella aunque no sucediera mi ser y alma esperarian cada miserable segundo del tiempo.

Hacía algo de frío, la noche ya había caído y en mi mente rondaba una pregunta ¿Por qué mi hermano me necesitaba casi a media noche? Para llevarle de comer en su turno de noche y ¿por qué le obedecía? Por que estaba a tiempo de no ser castigada y llevada de vuelta a Francia, por eso que tanto anhelaba en este lugar, por eso que me ataba desde antes de que lo supiera, por eso y más le hacía caso a mi hermano en todo lo que pedía.

Caminaba hacía el hostal, todo parecía normal, silencioso y al cruzar sentí un ligero escalofrío, según recordaba donde ya había pisado era territorio "seguro" para mi. Así que me gire a ver que era lo que notaba "anormal" en el lugar. Tenía las manos metidas en la chamarra y en la boca tenía jugando el cierre cuando divise una silueta inmóvil sentada en un tronco. Sentí curiosidad pero no quise interrumpir sus pensamientos, me quedaría unos minutos más para ver si se daba cuenta de mi presencia y le podía ayudar o simplemente para retirarme de ese lugar.

Caminaba hacía el hostal, todo parecía normal, silencioso y al cruzar sentí un ligero escalofrío, según recordaba donde ya había pisado era territorio "seguro" para mi. Así que me gire a ver que era lo que notaba "anormal" en el lugar. Tenía las manos metidas en la chamarra y en la boca tenía jugando el cierre cuando divise una silueta inmóvil sentada en un tronco. Sentí curiosidad pero no quise interrumpir sus pensamientos, me quedaría unos minutos más para ver si se daba cuenta de mi presencia y le podía ayudar o simplemente para retirarme de ese lugar.

No puedo largarme un segundo porque ya hay vampiros apestando la zona. ¿Qué imán había aquí que sólo ellos encontraban?

Y una humana. Los peligros para los humanos no estarían latentes en La Push mientras existiéramos nosotros. Parecía haber gente que buscaba problemas y nosotros seríamos sus salvadores... que el papel era llamativo, pero fastidioso al cabo de un tiempo.

Con una pera en la boca y unos shorts bien puestos, salí a ver la situación, ojalá no encontrara a la humana desmembrada, porque me echaría una buena situación al lomo.

Estaba espiando al vampiro, que parecía esperar otra cosa.

Llegué por la espalda de la chica y le susurré al oído.

-¿Verdad que sabes que no es seguro?

Me quedé observando al chupasangre, que parecía seguir esperando. Parecía como una provocación, y lo tendría vigilado muy de cerca.

el aroma del licantropo llamo mi atencio y me hizo girar la mirada observandolos, me levante con cuidado y sin ninguna expresion en el rostro, observe al licantropo tenia casi el mismo aroma que aquella dama, quizas el la conosia, camine unos pasos hacia ellos y lo smire serio - buenas noches señorita - mire al licantropo y simplemente hice una inclinacion con la cabeza en forma de saludo, observe como me miraba el licantropo al parecer y era lo mas obvio no le agradaba que estuviera por ahi, pero algo que yo sabia era que era su limite, podia quedarme el tiempo que yo deseara esperandola o pensando en ella, mi mirada bajo observando mis huellas pasadas y el recuerdo de aquellas noches sentado en el mismo tronco a la misma hora, esperando el estupido momento para encontrarme con ella, algo imposible dirian algunos, algo imposible pensaba la mayoria, un vampiro y un licantropo eso era algo que nunca se habia visto, algo que nadie aceptaria ni veria nunca, mire al licantropo y a la chica y extendio mi mano - mi nombre es Dago Cuneo - dije con aquel acento italiano que tenia desde mi nacimiento, muchos pensarian que era extraño extenderle la mano a un tipo el cual podia desmembrar tu cuerpo, pero yo no corria ningun peligro, pues no habia motivo alguno para tener problemas, mi presencia podia molestarlo pero mi ser no le hacia daño a nadie mas, en aquella humana a lado del licantropo note algo extraño parecia conoser al licantropo, yo al parecer era el unico ser extraño en ese momento, aunque la verdad si me sentia asi, a lado de un licantropo y una humana

Me asuste al escuchar una voz tras mío y me mordí los labios para no gritar, hay vi a alguien, no estaba segura de quien era pero era uno de sus "hermanos" de eso no tenía duda.
-Lo sé, por eso no me he movido de donde me indicaron que era seguro para mi - susurre con la voz casi apagada, pero sabía que este chico tras mío me escucharía perfectamente.

Observe como la silueta que miraba hacía unos segundos se volvía en una persona de extremada piel pálida y con una belleza que extrañamente no causaba nada en mi y creo que menos miedo al tener a alguien tras de mi.

Asentí ante el saludo de Dago Cuneo pero sin poder decir palabra alguna, algo me decía que me estaba metiendo en problemas al estar esta noche aquí y no acabarían yéndome al hostal a dormir.
Observe al chico tras de mi como pidiéndole permiso de hablar, era extraño que hiciera eso pero me parecía lo más sensato en este momento aunque fuera un poco absurdo ya que no lo conocía pero sentía que si.

El vampiro llamado Dago extendió su mano, y yo me le quedé observando: podía ser una treta. Me puse ligeramente delante de la chica Rue.

-Jacob Black... -miré su mano -siento no ser cortés, pero no es lo mío... no es mi fuerte, chico. Debo advertirte que... -me detuve al sentir la respiración y los latidos cada vez más fuertes de Rue -no puedes estar aquí, no es seguro. Estás justo en el límite donde terminan nuestros terrenos y empieza el de los demás...

Caminé un paso hacia atrás, tomando del brazo a Rue.

-¿Por qué aquí, eh? Esta pequeña reunión no es buena para nadie... Dénme un buen motivo cada uno para estar aquí...

Miré con profundidad a Dago, que tenía un acento italiano marcadísimo. No quería iniciar una batalla, menos aún frente a una humana, y se lo dejé claro con la mirada.

Di un ligero paso hacía atrás cuando Jacob se puso entre el Dago y yo y no pude evitar sentirme en problemas cuando me tomo del brazo y pregunto sobre el por que estábamos en ese lugar. - Yo culpo a mi hermano, esta trabajando en la estación de policías y hoy le toca trabajar de noche, por eso salí, por que necesitaba ir a dejarle comida y café para que aguantara su turno y de regreso para el hostal note que el sr. Dago se encontraba meditando, quizás algo triste y por eso me detuve, aunque no logre verlo bien para saber quien era ... - lo último salio más como un pequeño murmuro.

En realidad no sabía quien era o más bien no note lo que era, posiblemente si lo hubiese sabido no habría detenido mi paso, pero sentía que necesitaba algo de ayuda, se le veía algo meditativo sentado en ese lugar y el olor de las rosas no era propio del de la reserva, quizás era proveniente de aquel ser.

Oí el argumento de Rue y me convencí: era una humana.

Me volví hacia Dago, cruzando los brazos.

-¿Y tú? Parece que buscas algo. No podemos alargar el plazo de esta visita multirracial