Viejos Dilemas (Libre)

Mantuvo la expresión inmutable ante la presencia del vampiro que se presentaba a la visión de ella iluminado por la luna; sus ojos rojos-dorados lo miran atentamente buscando alguna señal en aquel rostro del desconocido que le diera una señal de alerta, pero no lo encuentra parece estar calmado. Dando dos pasos hacia atrás, evita que su él hombre vea como se exalta ante su presencia, tiene que admitir que para su pequeña estatura, aquel misterioso vampiro es bastante alto, no le llega ni al hombro.

Calmadamente escucha su voz, sobre si ella le tiene miedo. ¿Acaso tengo miedo, hermano? se pregunta a si misma en la mente, y en el fondo, muy en el fondo de sus pensamientos puede escuchar la voz tenue de su hermano desaparecido. No, parece responder. Estrechando una ceja se acerca ahora al vampiro alto frente a ella y mostrando una sonrisa coqueta, inesperado, sonrié con inocencia como si de una muñeca de porcelana se tratará.

- no, no tengo miedo, solo me preguntaba que hacía una critura como yo observándome...- con otro paso lento miró al vampiro seria, mientras recorría las facciones atractivas de su rostro, si ella era muy pequeña para él, físicamente, pero, talvez... solo talvez, demasiado adulta. - hace mucho tiempo que no tengo miedo de la oscuridad, ¿verdad hermano?- susurrá lentamente el recuerdo, casí susurrante en su mente y escucha a su hermano hablar, como siempre lo había hecho. Nunca le has temido a la oscuridad Mina. Sus labios se curvan lentamente, mostrando sus bellos dientes blancos y afiliados colmillos -¿cuál es tu nombre, extraño...?- pregunta al vampiro desconocido frente a ella con su voz inocente, tierna, talvez, pero siempre el tono esta entrelazado con un juego de susurros misterios, peligrosos y lujuriosos.

Aquel vampiro desconocido la miraba, al menos era lo que intuía la pequeña vampiro. Entonces aquel vampiro, respondió a su pregunta y se acercó a ella fluidamente como un hombre de conocimientos, en cierta forma la sobresaltó, pero no lo desmostró. Mina sabía reconocer a un caballero desde su infancia, así mismo como se expresaba en sus acciones; hacía mucho tiempo que no había encontrado un ser de la noche con carácteristicas tan... similares a él. Estrechó su mirada más cautelosa que antes mientras caminaba hacia el hombre, este al presentarse dio su nombre y beso su mano como todo un caballero lo hubiera hecho. Si era tan viejo como ella o talvez menos, ¿quién lo sabía?.

- en otros tiempos, señor, hubiera sido complicado que un hombre mire a una niña de esa forma - sus labios carnosos y rojizos se curvaron en una suave y delicada sonrisa entre infantil, inocente y sumamente lujuriosa.

- pero eso fue en otros tiempos... Mina Harker, encantada - siseó la palabra encantada en su lengua mientras pasaba sus labios con ella; los colmillos blancos y filosos parecían querer lastimar sus labios, pero era imposible. Entonces una voz resonó en su cabeza. ¿acaso no tenías hambre? - ya no, hermano - no se dio cuenta de que estaba hablando con ella misma, con paso lento, caminó una vez más al vampiro que ahora llevaba nombre, rodeando al caballero lentamente, con un suave y agraciado caminar. Mina era una dama, pese a que su cuerpo lucía como una niña de catorce años.

Intrigada, la pequeña Mina se mantuvo al margen, tratando en lo posible de mantener una distancia prudente con el vampiro que la acompañaba. Los años le habían enseñado a ser desconfiada, desde los crueles eventos vivídos en la mansión Harker... cerré sus ojos para acallar los gritos desesperados en el fondo de sus pensamientos, o talvez de sus recuerdos, claro estaba que Mina no recordaba muchas cosas de su nuevo nacimiento, peor aún de su muerte. Solo sabía que era lo que era, un mounstro asesino oculto tras la mascara de una criatura de belleza única. Una niña encantadora. "Alice, mi pequeña Alice". Ábrió sus ojos ante la voz suave como eco en sus pensamientos.

Delicada como una mariposa, Mina sonrió dulce y sensual a su acompañante -¿Sómos parecidos, caballero?- dijo lentamente la pequeña mientras volvía a romper la distancia entre los dos extraños, empezó entonces a rodear al vampiro frente a ella como una gata en celo, mientras sus pequeños labios rojos revelaban unos suaves colmillos afiliados. El sonido del Bing Beng en la distancia no distrajo su atención del vampiro frente a ella, con suavidad, paso su mano por sus hermosos rizos dorados como el cabello de una muñeca de porcelana.

-¿De que manera podemos ser tan parecidos?- preguntó una vez más, acercándose a su misterioso interlocutor, mientras se colocaba frente a él, colocando su pequeña mano en su pecho, aún con la sonrisa seductora, pero dentro de esa sonrisa, Mina mordió su labio con fuerza, apretando el colmillo blanco contra su piel dura. Deseaba saborear su propia sabre, delicadamente paso su lengua por los labios carnosos que adornaban su boca.

Mina abrió los ojos en sorpresa ante el contacto íntimo del vampiro, su mano grande y masculina sobrela suya pequeña, delicada y femenina. Un leve recuerdo le cruzó la mente, envuelvo en una dolorosa revelación y un mundo descaradamente perturbado. "Mina, Mina, mi dulce Mina... ¿quieres jugar?". Se soltó agresivamente mientras colocaba una mano en su cabeza ante los recuerdos atroces de una noche oscura envuelta con sangre, tinieblas y dolor, un extremo y terrorífico dolor.

Su cuerpo temblaba mientras se abrazaba a ella, escuchando una a una las voces en su mente, se sentía extraña; estrechó los ojos hasta volver lentamente a la realidad, el vampiro frente a ella la observaba, Mina acomodó su cabello desordenado -Lo siento, fue... una pesadilla- sonrió como una muñeca de porcelana hecha para sonreír, deseaba saciar su sed, nuevamente el horror se había despertado en su confundida mente -Necesito alimentarme- susurró al vampiro, mientras pasaba un dedo por sus labios rojizos.

Mina se mantuvo en silencio, no sabía como expresarse ante aquel caballero vampiro, porque en el fondo trataba de negar la extraña comodidad que sentía al tener a una compañía tan poco usual como aquella. Cerró los ojos levantando su rostro, desmitiendo cualquier otro temor que llevará en su rostro, ahora solo fingiría su eterna y agraciada sonrisa de ángel, llena de inocencia a típica en una criatura de su naturaleza.

-Si, tengo hambre- susurró acercándo su mano al vampiro y tomando su brazo, como una damisela en peligro que deseará ser protegida, pero Mina estaba lejos de ser una damisela en peligro, más aún bajo su facha de ángel y muñeca de porcelana se ocultaba un poder de lo más devastador, escondido bajo un aterrador pasado, detrás de una vieja pesadilla, demasiado, real.

-Puede, acompañarme, si es eso lo que desea- sonrió dando leves pasos pequeños con sus delicados pies, ahora no se sentía agresiva o arisca como un gato contra el contacto del cuerpo del hombre, claro que en cualquier momento, su mente o sus pensamientos podrían cambiar -¿A dónde quiere ir?- preguntó suavemente, moviendo sus labios una vez más con una carismática seducción.

Sonrió, delicadamente con cierta inocencia característica y extraordinaria en una vampira de su personalidad. Sus ojos de color dorado azulado, cambiaron de color a un intenso rojizo como la sangre mientras una suave brisa nocturna se filtró alrededor de ellos, moviendo el suave cabello rubio de la pequeña vampira. Estaba intriga por aquel vampiro que parecía aceptar sus extraños cambios de humor, además de su propia naturaleza vampírica.

Inesperadamente aceptó ir al lugar que ella quisiera y más inesperado, fue el hecho de que se dio la vuelta y acaricio su mejilla, aquel contacto no la alejó esta vez, era similar a un contacto similar a algo que durante muchos años había negado. "¿Quieres jugar mi amada Mina?". . "Si, quiero jugar", susurró mientras sus delicados labios rojizos se curvaban en una sonrisa cruel, elegante, mientras sus labios rojizos brillaban con la luz de la pálida luna. Era una belleza hipnótica, caótica, única en su mente y en su alma. El caos de un alma impura.

Inesperadamente, tomo la mano que acariciaba su mejilla y delicadamente se restregó contra ella como un gato ronroneando. Sus ojos rojizos se abrieron en la pálida luz de la luna y observaron a su interlocutor, podía ver la mirada cautivadora del vampiro, y eso le fascinaba, lentamente, acercó aquella mano masculina a sus labios y mordió suavemente, sintiendo la sangre de aquella mano abrirse paso en las sombras de la noche y bebió de un sabor amargo y dulce e exitante, un gemido suave provino de su boca. Después alejó la mano, mientras miraba al vampiro y sonreía con inocencia.

El viento sopló su cabello rubio una vez más, y con una mano lenta, moviendo su vestido blanco alto mostrando un poco sus delicadas piernas, observó a su interlocutor.

-Ven conmigo, entonces - extendió la mano apasionadamente, pequeña y delicada mientras señalaba con su mirada feroz la ciudad -Ven conmigo a disfrutar de los placeres que la noche puede brindar -porque anhelaba la sangre que corría por las venas de todos en aquel sitio. Y esperó en ese instante que él tomará su mano mientras su movimientos felinos eran exquisitamente sensuales.